Son contenedores especialmente pensados para retirar los escombros producidos por obras de pequeño calibre, talleres de carpintería o cerrajería o industrias pequeñas. Son muy útiles porque requieren poco espacio para su instalación en la calle.
Los hay con trampilla de carga o sin ella. Sus dimensiones son: entre 2,5 y 3,00 metros de largo, un ancho aproximado de metro y medio, y una altura que roza el metro.
Son los contenedores más populares, esos que estamos acostumbrados a ver en la calle.
Tienen una trampilla de carga para evitar tener que cargar los escombros y unas dimensiones estándar de 3,40 metros de largo, 1,90 metros de ancho y un metro de alto.
Este tipo de contenedor es el que se suele utilizar en las reformas de los hogares que afectan a más de una habitación, ya que tiene un mayor volumen.
Este tipo de contenedor está pensado para aquellas acciones que generan residuos de gran volumen y poco peso.
De ahí que este modelo sea el que se suele utilizar en la poda de los jardines o para acoger cartones, madera, chatarra o plásticos de las fábricas o grandes superficies.
No son contenedores aptos para cargar escombros, tierra u hormigón pues su peso es mucho mayor y no cumplirían con la normativa que regula este tipo de elementos.
Están pensados para obras de gran tamaño como la construcción de edificios o las obras públicas de ingeniería.
Ocupan mucho espacio y requieren de un transporte especial para transportarlos.
Están preparados para transportar de forma rápida y segura grandes cargas útiles gracias al reducido peso propio de la estructura del mismo.